La Cumbre Escarlata

Dublin Core

Materia

Literatura y Narrativa

Descripción

Amor.
Muerte.
Fantasmas.
El mundo estaba cubierto de sangre.
Niebla escarlata ocultaba el campo de la muerte y se filtraba por los pozos mineros, codiciosos y
famélicos, hasta internarse en los contenedores atormentados, llenos de arcilla color burdeos, que
bullían y jadeaban en el piso sucio de mosaico color marfil. Por los muros de barro se filtraba tierra
carmesí. Allerdale Hall tenía un contorno rojo y brillante, era una mancha que se abría paso hacia los
pies desnudos de Edith.
Sin embargo, ése era el menor de sus problemas.
La criatura del mismo infierno la perseguía. Implacable, imparable, un ser incitado por la locura y
la furia que había mutilado y asesinado y lo haría de nuevo, a menos que Edith atacara primero. Pero
estaba débil, tosía sangre y se tambaleaba, y el monstruo se había cobrado otras vidas —otras almas
— más fuertes y sanas que la suya.
Los copos de nieve cegaban los ojos azul aciano e inflamados de Edith; gotitas rojas le salpicaban
el pelo dorado. Tenía la mejilla derecha cortada; el dobladillo de su camisón transparente estaba
empapado de sangre y podredumbre.
Y arcilla escarlata.
Se movía despacio en círculo, cojeando en su pierna herida y levantando la pala. Su pecho jadeaba
al ritmo de la máquina construida para saquear la tierra de sus tesoros. Un aparato estruendoso que
aún podía ser el medio para destruirla.
El sonido palpitaba en sus oídos mientras se preparaba para la última batalla. Tenía taquicardia y la
invadían las náuseas. Tenía la frente cubierta de gotas de sudor y el estómago acalambrado. Le
punzaban y dolían los huesos, apenas podía caminar.
A donde quiera que miraba encontraba sombras amenazantes, rojo sobre rojo sobre rojo. Si
sobrevivía, ¿se les uniría? ¿Rondaría este sitio maldito para siempre, furibunda y asustada? Este no
era sitio para morir.
Los fantasmas existen. Es todo lo que sé.
Sabía mucho más que eso. Si tan sólo hubiera descifrado la historia atroz antes, prestado atención a
las advertencias, seguido las pistas. Había descubierto la verdad y lo estaba pagando muy caro, pero
el precio definitivo la esperaba y a quien había arriesgado tanto por ella.
Detrás de la nieve y el crepúsculo escarlata, percibió el destello de pies corriendo. La pala se le
resbalaba, la sostenía con sus manos frías y húmedas. El tobillo le punzaba y se moría de frío, pese a
ello, sus entrañas le quemaban con tal intensidad que esperaba que por la boca le saliera humo en
cualquier momento.
Retrocedió, se movió en círculos, buscando con la mirada y respirando con dificultad. El tiempo y
su corazón se detuvieron cuando descubrió la silueta borrosa de un pedazo de tela empapado y un par
de pies descalzos que se acercaban, absorbiendo el fango rojo. La hoja afilada, los dedos manchados
de sangre, la furia que la blandía. Ya la Muerte no se aproximaba.
La Muerte había llegado.
Intentó recordar cómo fue que ella, Edith Cushing, había llegado aquí para combatirla.
Érase una vez…

Autor

Toro, Guillermo del
Holder, Nancy; adap.

Fuente

Donación

Editor

Editorial Suma

Fecha

Sin Fecha

Idioma

Español

Identificador

Literatura, Narrativa, Novela, Suspenso, Terror, Psicológico

Citación

Toro, Guillermo del y Holder, Nancy; adap., “La Cumbre Escarlata,” Biblioteca Virtual, consulta 21 de noviembre de 2024, https://biblioteca-digital.universidadcolumbia.edu.mx/items/show/843.

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